Nadie dijo que estar en pareja era fácil, como todo en la vida tiene sus pros y sus contras. Claro está que cuando se tiene una buena pareja, son mucho más los momentos lindos, divertidos, de ternura, comprensión, compañerismo, protección, entre mucho otros, los que se tienen en el diario vivir. Obviamente, se dan también momentos de tensión, enfado y disgusto. Pero la pareja sana, sabe negociar y comunicarse abiertamente. Cuando no lo saben hacer y pasan en un puro pleito todo el día, es mejor terminar la relación. Los principales motivos de ruptura en las parejas son los siguientes:

 

Infidelidad: cuando una de las partes ha sido infiel, definitivamente esa relación no va a ser igual. El infiel tiene que tener un arrepentimiento genuino y estar dispuesto a volver a conquistar a su pareja. Por otro lado, al que le fueron infiel, lo que más le cuesta es volver a confiar en su pareja, debe decidir perdonar y ambos estar dispuestos a trabajar en sacar su relación adelante. No todas las parejas lo logran, este punto es de los más difíciles de superar. 

 

Finanzas: cuando hay dificultades económicas, deudas, manejo indebido del dinero. O por otro lado avaricia, no querer gastar en casi nada, etc. La pareja se ve enfrentada en una cruda realidad.  En este punto calza el desempleo de una de las partes por largo tiempo.

 

Pérdida de objetivos y metas comunes: la convivencia íntima demanda compartir valores e ideales muy similares. Así como el mayor número posible de gustos y aficiones. Definitivamente las parejas tienen que tener  similitud en lo que es su estilo de vida y las metas comunes. Cuando estas metas o sus gustos varían al punto de llegar a ser totalmente diferentes, es difícil que la pareja pueda seguir junta.

 

Mala comunicación: se da cuando en la pareja existe una comunicación deficiente y en algunos casos extremos, no hay comunicación del todo. Deducir, suponer, saber supuestamente lo que la otra persona está pensando o lo que quiere, o no hablar de algún tema, por miedo o por pereza, son algunos ejemplos de este punto.

 

Disminución o incompatibilidad sexual: los casos de incompatibilidad sexual son mínimos, el verdadero motivo muchas veces es: falta de amor. La rutina y la monotonía son factores que ayudan a disminuir o anular el apetito sexual.

 

Adicciones: convivir con una persona adicta es de lo más difícil de sobrellevar. Los adictos son personas manipuladoras y les encanta victimizarse. Todo gira alrededor de ellos, comienzan a mentir, a robar y a perder el interés en la familia. Para los hijos crecer con uno de sus padres en estas condiciones, es dejar en ellos una huella negativa profunda.

 

Agresión: cuando la agresión está presente en una pareja, el amor va siendo sustituido por el terror. Se vive en constante ansiedad, solo esperando el próximo estallido de violencia.

 

Los suegros: la intromisión de los suegros pueden provocar enfrentamientos constantes y graves entre los cónyuges. Al igual que la  dependencia y el apego de uno o de ambos.

 

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